Baja California Sur
8 de Octubre de 2013
Con Información de Ejecutivos BCS
Por Diana Cuevas
Después de dos años de ocurrido el accidente nuclear de la
planta Fukushima Daiichi en Japón, como consecuencia del temblor de 9° Richter
y el posterior tsunami que golpeó la isla Honshu, comienzan a valorarse y
observarse sus afectaciones.
Gran parte de la información al respecto puede leerse en
medios de comunicación estadounidenses que han difundido estudios sobre
posibles daños a la salud, contaminación o extrañas y repentinas muertes de
especies marinas, que contrasta con la insistencia por parte del gobierno de
que las partículas radioactivas, principalmente de yodo así como de cesio 134 y
137, no alcanzarán niveles elevados.
En el caso de nuestro país el tema prácticamente no ha sido
abordado y no se le ha dado la importancia merecida, aun sabiendo que la
península de Baja California será expuesta al arrastre de dichas partículas
debido a las corrientes marinas.
Continúa la filtración de partículas radioactivas
Recientemente TEPCO, la empresa que opera la planta, ha
aceptado que la filtración de agua radioactiva al Océano Pacífico no se ha
detenido y ha dejado ver que no existe un plan que contenga en corto plazo
dicha contaminación, diariamente se están liberando 300 toneladas de agua
radioactiva al mar.
La conclusión de las estrategias de limpieza de la planta
pudiera llevar hasta 40 años, debido al alto riesgo de contaminación al que se
exponen los trabajadores y a las delicadas labores de las grúas para la
extracción de unas mil 131 barras de combustible que, con un error en su remoción
podrían causar una reacción nuclear en cadena, su potencial de afectación
superaría 14 mil veces la cantidad radioactiva liberada en el ataque con bomba
atómica sobre Hiroshima hace 68 años.
Más conectados con Asia de lo que pensamos
El Océano Pacífico hace compartir a los países que son
bañados por sus aguas diversas especies marinas y rutas comerciales que sirven
como rieles de transporte en sus largas travesías de costa a costa.
Un conjunto de corrientes marinas muy especial es la
compuesta por el “Giro Oceánico del Pacífico Norte”, integrado por los flujos
de las corrientes Kuroshio, Pacífico del norte, California y Norecuatorial,
estos ríos marinos que fluyen en el orden de las manecillas del reloj, abarcan
cerca de 20 millones de kilómetros cuadrados y rozan Japón, todo el oeste de
Estados Unidos, la Península de Baja California en México y Hawaii, estado
norteamericano.
Sólo para rescatar un dato histórico vale decir que estas
corrientes fueron utilizadas por los españoles a partir de 1565 para
transportar mercancías cuyas empresas realizaba el Galeón de Manila, también
llamado Nao de China. La embarcación partía de los puertos de Acapulco y Puerto
Vallarta y cruzaba el Océano arribando a los puertos de Filipinas, el
tornaviaje duraba entre 5 y 6 meses, fue una de las rutas comerciales
transoceánicas más largas.
En el caso que nos ocupa es por demás comprensible que las
partículas radioactivas se dispersen siguiendo estas rutas marinas, junto a
todo aquello que se desplace en su superficie.
Indicios en biodiversidad marina y afectaciones a la salud
De acuerdo a estudios realizados por científicos, en la
costa de California se han encontrado indicios de celsio en atunes (Thunnus
orientalis). Los peces, que también se distribuyen frente a Baja California,
viajaron alrededor de 9 mil kilómetros desde Japón, el inicio de su recorrido
guarda relación con el accidente de la planta nuclear.
“La aplicabilidad de los resultados es importante en otras
especies que migran de Japón a ecoregiones distantes, entre ellas el atún
albacora (Thunnus alalunga), el tiburón azul (Prionace glauca), la tortuga
amarilla (Caretta Caretta), las aves pardelas grises (Puffinus griseus), el
tiburón salmón (Lamna ditropis), la ballena minke (Balaenoptera
acutorostrata)…”, menciona el estudio.
Mientras que las autoridades ambientales, de salud y de
alimentos norteamericanas guardan distancia asegurando que las partículas serán
diluidas por el océano y el viento de tal forma que los niveles de exposición
serán mínimos, los pobladores de la costa oeste de dicho país e incluso del
país de Canadá hacen especulaciones sobre el incremento en enfermedad y
mortandad de focas, leones marinos, morsas y hasta osos polares culpando a la
contaminación radioactiva.
El tema es muy relevante, sobre todo en especies de pesca y
consumo comercial, pues podría darse pie al intercambio de partículas en la
cadena alimenticia de los seres humanos. La alarma de alimentos contaminados
podría registrar una caída en los sectores productivos, afectando a todas las
zonas pesqueras del hemisferio norte del Océano Pacífico.
Diversas investigaciones publicadas han intentado conocer la
afectación del incidente nuclear sobre la salud de los habitantes
estadounidenses a consecuencia de las partículas dispersadas por la atmósfera
que han caído en forma de lluvia o nieve. Por ejemplo, se estiman 14 mil
muertes por encima del promedio durante las 14 semanas posteriores al
accidente, cifra que los investigadores comparan con las 16 mil 500 muertes en
las 17 semanas que duró la fusión del núcleo del reactor de Chernobil en 1986.
La misma publicación comenta que hubo un aumento del 1.8% en
muertes de niños de 2010 a 2011 en la primavera, en comparación con un descenso
del 8.4% en las 14 semanas que precedieron al accidente. También se asevera que
niños nacidos en Hawaii, Alaska, Washington, Oregon y California, entre una y
seis semanas después del desastre, serán 20% más propensos de padecer
hipotiroidismo congénito.
Entre otros padecimientos, las concentraciones elevadas de
sustancias radioactivas aumentan la posibilidad de padecer diversos tipos de
cáncer, mutaciones genéticas así como alteraciones reproductivas. El yodo se
asimila rápidamente por la tiroides y tiene un vida promedio de 8 días, el
cesio se deposita en los músculos y el estroncio se acumula en los huesos ambos
hasta por 30 años.
Impacto en la península de Baja California
Las partículas radioactivas disminuirán su concentración
conforme de distribuyan en el océano y conformarán depósitos marinos conforme
se desplacen por el Giro Oceánico del Pacífico norte, por lo menos durante los
próximos 10 años.
El primer depósito se ubicará frente a la costa de Japón, el
segundo en los límites de Estados Unidos y Canadá cerca de Vancouver, el
tercero en el archipiélago de Hawaii, el cuarto frente a la península de Baja
California en nuestro país y el quinto frente a las islas aleutianas en Alaska
y la frontera con Rusia.
De acuerdo al artículo citado, las partículas podrían llegar
a la Península de Baja California en 2015 y registrarán su mayor concentración
en 2018, alcanzando 1.20 Bq/m3 (becquereles por metro cúbico) de agua. En el
caso de los otros depósitos, las Islas Hawaiinas registrarán un pico de 2.0
Bq/m3 al finalizar el 2016; la parte fronteriza entre Estados Unidos y Canadá
registrará 1.60 Bq/m3 entre el 2016 y el 2017, por último, las islas aleutianas
registrarán una concentración ligeramente mayor a los .40 Bq/m3 durante el 2018
y el 2021.
Es importante señalar que diversas especies marinas en Baja
California y Baja California Sur migran desde las costas orientales, algunas
son de importancia comercial y otras están sujetas a medidas conservacionistas.
Recientemente se ha documentado en nuestro estado una
mortandad de diversas especies marinas en la costa del Pacífico, para encontrar
respuesta a tal suceso el gobierno mexicano integró un comité de expertos
ambientales cuyas conclusiones se darían a conocer en los próximos días.
Autoridades gubernamentales, expertos e investigaciones
periodísticas señalan que desde Punta Eugenia a Bahía Magdalena, además de la
elevada mortandad de la tortuga amarilla (Caretta Caretta), es posible
encontrar delfines, mantarrayas, lobos y elefantes marinos, que se suman a la
muerte de especies como la langostilla, la langosta, abulón y almeja mano de
león. Hay que mencionar que no todas las especies migran, algunas son
poblaciones locales.
Respuestas extraoficiales apuntan a la pesca incidental,
biotoxinas o el cambio climático, en el caso de las tortugas también se
consideró la hipótesis de que pudieran estar afectadas con radioactividad en su
viaje a México.
Quizás sea aventurada la hipótesis de que exista una
correlación entre la muerte de especies marinas y la contaminación radioactiva,
lo cierto es que el gobierno mexicano carece de planes de prevención,
contingencia o de protección a la salud, medioambiente y al sector pesquero
frente al panorama actual, que es más grave del que se pudo imaginar la
Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias de México en 2011.
Recuerdo un estudio en el que tuve la oportunidad de
participar y en el cual recorrí las comunidades pesqueras desde Guerrero Negro
hasta Todos Santos, en el que supe por relatos de pescadores sobre un raro y
mágico lugar en nuestro estado llamado Malarrimo en el que es posible encontrar
restos de basura que viaja desde los países orientales y atraca en ese lugar.
Por último quisiera mencionar que otra de las consecuencias
del tsunami fue la nube de basura que viaja por el Pacífico, cerca de 1 millón
de toneladas, y que arrastra restos de casas, vehículos y embarcaciones, de
acuerdo a estimaciones habrán de arribar a Malarrimo y a varias playas de Baja
California Sur a partir del próximo año.
"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir
al otro lado del mundo" dice un proverbio chino, el accidente de Fukushima
es tristemente uno de los mejores ejemplos sobre el hecho de que todo lo que
hacemos tiene un impacto en nuestro planeta.
Acabaron con el mundo....No se puede decir más, es cientos de veces peor que Chernobil!!
ResponderBorrarDe esto no se dice nada, es algo que en años los comenzaran a señalara siendo muy tarde, esto junto a el festival Baja Beach Fest en Rosarito se deben de cuidar de esto
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